Un tabú es una palabra que no queremos decir. Por ejemplo, en la saga de Harry Potter nadie se atreve a decir el nombre de Lord Voldemort, todos lo evitan.

Del mismo modo, en semántica podemos decir que una palabra tabú es aquella que suena excesivamente fuerte, poco educada o inadecuada por algún motivo y los hablantes prefieren no pronunciar.
Así, nace el eufemismo, es decir, una palabra más suave, menos ofensiva, que sustituye la expresión tabú que se quiere evitar. Volviendo a Harry Potter, el eufemismo para referirse a Voldemort es Quien tú sabes o El que no debe ser nombrado. Si ahora mismo sientes nostalgia del mundo mágico de Hogwarts, pincha aquí.
Volviendo a la vida cotidiana (y sin magia), podemos ver que hay muchísimos ejemplos de esto, además, los encontramos en campos muy diversos.
Por ejemplo, son habituales los tabús relacionados con la muerte: morir se sustituye por fallecer o pasar a mejor vida.
También hay muchos tabús relacionados con la imagen o la edad. Así, en vez de decir feo, decimos poco agraciado; en vez de gordo, ancho o fuerte; también sustituimos vejez por tercera edad.
Generalmente, evitamos muchas palabras relacionadas con el cuerpo humano y el sexo. Por ejemplo, mucha gente evita decir culo y prefiere decir trasero o pompis.
Por otro lado, en el entorno laboral resulta habitual utilizar eufemismos como reducción de personal o reestructuración de plantilla para evitar hablar de despidos.
Y podríamos seguir y seguir con más ejemplos… Seguro que vosotros, mis aprendices de magos, ya tenéis en mente un montón de tabús y eufemismos.
Por último, ya sabéis que todos nuestros textos deben ser adecuados, (si necesitas repasar la adecuación pincha aquí). Así, debemos emplear eufemismos para ajustar nuestras palabras a la situación, al interlocutor o al tema, pero no debemos emplearlos excesivamente o a lo loco. Siempre hay que tomarse en serio las palabras y los conjuros, que tienen importantes efectos secundarios.