Cuando un año acaba, tendemos a reflexionar sobre lo vivido en ese tiempo. Sentimos el deseo de echar un último vistazo al año que termina, antes de empezar el siguiente.
¿Y qué podríamos decir del 2020? ¡De todo!
Aunque aquí sólo voy a compartir una de las muchas reflexiones que hice, (igual que vosotros, imagino), durante el confinamiento: somos adictos a los móviles.
Allá por marzo, cuando tuvimos que quedarnos en casa y sólo podíamos salir para las gestiones esenciales, empecé a ver desde mi ventana que los afortunados que tenían perro y podían pasear con él no paraban de mirar su teléfono.
Me dejó impresionada. Estábamos confinados, obligados a pasar todo el día encerrados, y dedicábamos esos pocos minutos en que podíamos salir a mirar el móvil.
Hace tiempo que me fijo en esto: cuando voy en autobús nadie levanta los ojos hacia nadie, ni mira por la ventanilla, porque todos van pendientes de sus pantallas. Si salgo a caminar, veo gente que pasea con los ojos puestos en el teléfono todo el tiempo, incluso conduciendo algunos no pueden dejar de mirar su móvil.
El teléfono, por definición, es un medio de comunicación, no deberíamos transformarlo en un medio de incomunicación.
Debería servir para acercarnos a aquellos que están lejos, pero sin olvidar a los que tenemos delante. Debería ser una ventana a otros mundos, pero sin olvidar el mundo ante nuestros ojos. No deberíamos utilizarlo como un muro para separarnos. Y esto me lleva a un poema de KAVAFIS que me acompaña desde hace muchos años, “Murallas”:
Y vosotros, ¿qué reflexiones hicisteis durante el confinamiento?, ¿estáis de acuerdo conmigo en que los móviles pueden construir muros? ¡Cuéntamelo en un comentario o en el Facebook!