La publicidad nos promete, entre otras muchas cosas, aprender sin esfuerzo. Pero lo siento, yo no me lo creo, y es más, pienso que esta idea puede hacer mucho daño.
El esfuerzo es fundamental para cualquier aprendizaje y nada se logra sin él. Porque la mejora en cualquier actividad se consigue solo con tiempo, práctica y ganas, es decir, con esfuerzo.
Por ejemplo, a la mayoría de mis alumnos les gustan los videojuegos y pasan gran parte de su tiempo libre jugando. Estoy segura de que para ser bueno en Call of Duty o Minecraft, por ejemplo, hay que poner empeño, que no se consigue sin dedicarle atención y voluntad.
Lo mismo pasa con el deporte, es evidente que hay que entrenar y sacrificarse para ser ciclista, futbolista… incluso a nivel aficionado o piltrafilla. Yo lo he vivido en el gimnasio, en las primeras clases de step o zumba, en las que hay que seguir una coreografía y se necesita coordinación, todos vamos como patos borrachos moviéndonos a la contra del grupo y sin saber qué hacer con las manos y los pies. Pero con un poco de constancia, después de un tiempo, se sigue la clase y se disfruta muchísimo.
Porque no hay fórmulas mágicas para conseguir metas rápidamente y sin trabajo. Solo la paciencia, la motivación y el gusto por el esfuerzo ayudan a conseguirlas. Así, creo que la clave para aprender es amar el proceso de aprendizaje. Tal vez sea un poco radical, y en algunos casos difícil de conseguir, pero hay que intentarlo. Estoy segura de que en cualquier materia, si la miramos con un poco de cariño, podemos ver algo que nos agrade.
Así que con esfuerzo, un poco de concentración, paciencia y ganas, casi siempre se consigue el resultado esperado. Y si no se logra, por lo menos queda la satisfacción de haberlo peleado.
Pero esta idea no está de moda, la publicidad intenta convencernos de que todo es fácil, rápido y sin esfuerzo. Y si nos lo creemos, vamos de cabeza a la frustración y a la infelicidad, porque no es cierto.