Sí, lo confieso, hasta hace poco no tenía Instagram ni sabía de qué iba el asunto, así que para mí está siendo una revelación y una fotografía de nuestra sociedad y sus preocupaciones.
Veo que hay muchas cuentas sobre ortografía, que explican estupendamente dónde poner la h, la b o la v, y que se esmeran en aclarar esas palabras habitualmente confusas: haber y a ver, hecho y echo, los porque, por qué y demás familia… Lo que está genial porque a todos nos viene bien echarles un vistazo.
Así, tengo la sensación de que hay cierta conciencia de la importancia de escribir sin faltas, (que es muy importante, claro), pero escribir bien es mucho más que poner la letra correcta.
Escribir bien implica expresarse de forma clara y ordenada. También es necesario ser preciso, es decir, evitar las ambigüedades. Al mismo tiempo, es importante hacerlo con riqueza, intentando plasmar los matices que están en nuestra mente y que son fundamentales.
Y diferenciar los tipos de palabras, saber cómo se forman, o cómo funcionan en la oración ayuda mucho en esta tarea. Ya veis de que estoy hablando, ¿verdad?, de la morfología y la sintaxis. Igual que un arquitecto debe conocer las estructuras de los edificios, o un diseñador de moda tiene que saber patronaje para hacer bien su trabajo, un hablante debe conocer la estructura y el funcionamiento de su idioma.
Voy a acabar con una paradoja. Me encantan las paradojas porque expresan lo contradictorio y poliédrico de la mente humana: la gramática es muy, muy útil, sí, estoy convencida, pero también estoy convencida de que la utilidad no es excesivamente importante, ¿acaso es útil sentir amor, disfrutar de la amistad, contemplar la belleza del cielo o escuchar la risa?