El orden es importante en una casa, porque si cada cosa está en su sitio, no perdemos nada, ¿todos estaríamos de acuerdo en esto, verdad?
Ya hemos visto en otra entrada que las categorías gramaticales son como cajones o armarios en los que guardar palabras, y que no es buena idea guardar las camisas en el cajón de las cucharas, más que nada porque se arrugarían muchísimo y porque es muy difícil comer la sopa con camisa o vestirse con una cuchara. Igualmente, no debemos confundir un sustantivo con un adjetivo o un verbo.
Hoy nos vamos a ocupar del sustantivo, (o nombre), que es una palabra que designa seres, lugares, objetos, lugares o sentimientos. Y volviendo a la comparación, aquí veremos qué hay dentro del armario donde guardamos los sustantivos.
Así, podemos clasificarlos en cuatro tipos según su significado:
Comunes o propios.
Concretos o abstractos.
Individuales o colectivos.
Contables o incontables.
1.Los sustantivos propios señalan un ser entre todos los demás de su clase, y van en mayúsculas. Por ejemplo, Juan o Ana, (que son antropónimos); Lugo, Cáceres, (que son topónimos); Amazonas, Pirineos… Los sustantivos comunes son todos los demás, aquellos que no individualizan. Por ejemplo, chico, mesa o río.
2.Los nombres concretos pueden percibirse por los sentidos, los vemos, los tocamos, olemos… Por ejemplo, libro, montaña o ciudad. Los abstractos, en cambio, designan conceptos o ideas que no se perciben por los sentidos. Son abstractos la amistad, la paz, la alegría, por ejemplo.
3.Los sustantivos individuales designan realidades simples, en cambio los colectivos siempre representan conjuntos, aunque estén en singular. Son nombres colectivos, por ejemplo, orquesta, (formada por músicos), rebaño, (por animales), pinar, (por pinos).
4.Los sustantivos contables, como su nombre indica, pueden contarse, yo puedo comerme una galleta, dos o tres. Y los incontables no pueden contarse, por ejemplo, harina, arena, niebla. Así, si queremos cuantificarlos tenemos que utilizar otros recursos, podemos hablar de un kilo de harina, un saco de arena, un banco de niebla, pero de ninguna manera diríamos tres harinas* o cuatro arenas* o dos nieblas*.
En fin, mis aprendices, es importante que el armario de los sustantivos esté ordenado. Y para organizarlo mejor os voy a regalar cuatro perchas.